El invierno trae consigo bajas temperaturas, calefacción en los hogares y una disminución en la humedad ambiental. Estos factores generan un efecto directo en la piel: sequedad, tirantez, descamación e incluso mayor sensibilidad. En este escenario, el agua juega un rol fundamental para mantener la piel sana, hidratada y protegida.
La piel en invierno: ¿por qué se reseca más?
Durante la temporada invernal, la piel pierde más agua de la habitual debido a:
- El aire frío y seco del exterior.
- La exposición a calefacción en espacios cerrados.
- Duchas calientes que eliminan la capa lipídica protectora de la piel.
Todo esto reduce la capacidad de la piel para retener agua, lo que puede acelerar procesos de envejecimiento cutáneo y favorecer la aparición de irritaciones.
Agua: la clave para una piel saludable
Mantener un buen nivel de hidratación no depende solo de aplicar cremas, sino también de un correcto consumo de agua durante el día. Beber líquidos suficientes ayuda a:
- Mejorar la elasticidad de la piel.
- Potenciar su capacidad de regeneración.
- Prevenir la resequedad y la descamación.
- Favorecer un aspecto luminoso y saludable, incluso en los meses más fríos.

Consejos prácticos para cuidar tu piel este invierno
- Hidratación interna: consume entre 1,5 a 2 litros de agua diarios (ajustado a tus necesidades). Sopas e infusiones también suman.
- Rutina de cuidado: utiliza cremas humectantes ricas en ceramidas, ácido hialurónico o glicerina, que ayudan a retener el agua en la piel.
- Evita duchas muy calientes y prolongadas, ya que favorecen la sequedad.
- Protege tu piel del frío con guantes, bufandas y bálsamos labiales.
- Consulta a un especialista dermatológico si notas irritación persistente o descamación excesiva.

En CLIMED creemos que la piel refleja nuestra salud y bienestar. Por eso, invitamos a nuestros pacientes a mantener hábitos de hidratación y a acompañarlos con tratamientos dermatológicos personalizados que ayudan a fortalecer la barrera cutánea durante el invierno.